jueves, 10 de febrero de 2011

*POEMAS DE ALFONSINA STORNI* POEMAS CON VOZ

ADIÓS !


Las cosas que mueren jamás resucitan, 
las cosas que mueren no tornan jamás. 
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda 
es polvo por siempre y por siempre será! 

Cuando los capullos caen de la rama 
dos veces seguidas no florecerán... 
¡Las flores tronchadas por el viento impío 
se agotan por siempre, por siempre jamás! 

¡Los días que fueron, los días perdidos, 
los días inertes ya no volverán! 
¡Qué tristes las horas que se desgranaron 
bajo el aletazo de la soledad! 

¡Qué tristes las sombras, las sombras nefastas, 
las sombras creadas por nuestra maldad! 
¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas, 
las cosas celestes que así se nos van! 

¡Corazón... silencia!... ¡Cúbrete de llagas!... 
?de llagas infectas? ¡cúbrete de mal!... 
¡Que todo el que llegue se muera al tocarte, 
corazón maldito que inquietas mi afán! 

¡Adiós para siempre mis dulzuras todas! 
¡Adiós mi alegría llena de bondad! 
¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas, 
las cosas celestes que no vuelven más! ...































                                             ALMA DESNUDA

Soy un alma desnuda en estos versos, 

Alma desnuda que angustiada y sola 

Va dejando sus pétalos dispersos. 



Alma que puede ser una amapola, 

Que puede ser un lirio, una violeta, 

Un peñasco, una selva y una ola. 



Alma que como el viento vaga inquieta 

Y ruge cuando está sobre los mares, 

Y duerme dulcemente en una grieta. 



Alma que adora sobre sus altares, 

Dioses que no se bajan a cegarla; 

Alma que no conoce valladares. 



Alma que fuera fácil dominarla 

Con sólo un corazón que se partiera 

Para en su sangre cálida regarla. 



Alma que cuando está en la primavera 

Dice al invierno que demora: vuelve, 

Caiga tu nieve sobre la pradera. 



Alma que cuando nieva se disuelve 

En tristezas, clamando por las rosas 

con que la primavera nos envuelve. 



Alma que a ratos suelta mariposas 

A campo abierto, sin fijar distancia, 

Y les dice: libad sobre las cosas. 



Alma que ha de morir de una fragancia 

De un suspiro, de un verso en que se ruega, 

Sin perder, a poderlo, su elegancia. 



Alma que nada sabe y todo niega 

Y negando lo bueno el bien propicia 

Porque es negando como más se entrega. 



Alma que suele haber como delicia 

Palpar las almas, despreciar la huella, 

Y sentir en la mano una caricia. 



Alma que siempre disconforme de ella, 

Como los vientos vaga, corre y gira; 

Alma que sangra y sin cesar delira 

Por ser el buque en marcha de la estrella.



DOS PALABRAS

Esta noche al oído me has dicho dos palabras
Comunes. Dos palabras cansadas
De ser dichas. Palabras
Que de viejas son nuevas.
Dos palabras tan dulces que la luna que andaba
Filtrando entre las ramas
Se detuvo en mi boca. Tan dulces dos palabras
Que una hormiga pasea por mi cuello y no intento
Moverme para echarla.
Tan dulces dos palabras
—Que digo sin quererlo— ¡oh, qué bella, la vida!—
Tan dulces y tan mansas
Que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman.
Tan dulces y tan bellas
Que nerviosos, mis dedos,
Se mueven hacia el cielo imitando tijeras.
Oh, mis dedos quisieran
Cortar estrellas.


YO EN EL FONDO DEL MAR


En el fondo del mar
hay una casa de cristal.

A una avenida
de madréporas
da.

Un gran pez de oro,
a las cinco,
me viene a saludar.

Me trae
un rojo ramo
de flores de coral.

Duermo en una cama
un poco más azul
que el mar.

Un pulpo
me hace guiños
a través del cristal.
En el bosque verde
que me circunda
—din don... din dan—
se balancean y cantan
las sirenas
de nácar verdemar.

Y sobre mi cabeza
arden, en el crepúsculo,
las erizadas puntas del
mar.




  LA CARICIA PERDIDA


Se me va de los dedos la caricia sin causa,
se me va de los dedos... En el viento, al pasar,
la caricia que vaga sin destino ni objeto,
la caricia perdida ¿quién la recogerá?

Pude amar esta noche con piedad infinita,
pude amar al primero que acertara a llegar.
Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
La caricia perdida, rodará... rodará...

Si en los ojos te besan esta noche, viajero,
si estremece las ramas un dulce suspirar,
si te oprime los dedos una mano pequeña
que te toma y te deja, que te logra y se va.

Si no ves esa mano, ni esa boca que besa,
si es el aire quien teje la ilusión de besar,
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
en el viento fundida, ¿me reconocerás?






LA INQUIETUD DEL ROSAL

El rosal en su inquieto modo de florecer
va quemando la savia que alimenta su ser.
¡Fijaos en las rosas que caen del rosal:
Tantas son que la planta morirá de este mal!
El rosal no es adulto y su vida impaciente
se consume al dar flores precipitadamente.













CORAZÓN CORAZA
de Mario Benedetti
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NO SERÁ IGUAL
de Juan Manuel Ramos
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VERDE QUE TE QUIERO VERDE
de Federico García Lorca
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